Para un día que salgo

Petits, ya sabéis (y si no lo sabéis os lo digo ya) que yo no soy mucho de salir. De salir de mi casa en general y de salir de fiesta en particular. Ya me tiene que apetecer mucho para a las tres de la mañana no estar queriéndome volver. O ya me lo tengo que estar pasando pipa, vaya. Que no es que no salga nunca o que no me lo pase bien cuando lo hago, pero que no me emociona hacer botellón para luego meterme en un antro hasta que salga el sol (y parece que a mi edad no puede haber otra definición de salir. ¿Soy o no soy superviejoven?) Total, que si antes salía más bien poco, lo que estoy saliendo ahora que tengo que estudiar como una condenada es más bien nada. No ya de fiesta o a tomar unas cañas, que no, sino salir de mi casa en general. De hecho solo salgo para ir a hacer CrossFit o a la universidad. Y como comprenderéis no mola, por muy casera que seas al final te acaba picando la vida de no ver a otras personas o hacer otras cosas.

Así que el otro día dije «Pues me voy a dar una vuelta o algo». Fue más bien el o algo, pero menos da una piedra. Fui a imprimir unas cosas al centro, que así cogía el coche y me ponía medio monina, porque no sabéis lo de menos que estoy echando arreglarme para ir a la ofi todos los días. Coño, que al box hay que ir en chándal (unos monísimos que tengo del Oysho, pero que no es lo  mismo) y para ir a la uni tampoco es que te arregles una cosa loca. Ains… Con los vestidos tan bonitos que me he comprado en Zara (acciones de Inditex YA), en cuanto acabe la carrera voy a tener que buscarme un puestazo de jefa-de-algo porque no son vestidos de secretaria, os comento.
Bueno, que nos desviamos del tema, que me arreglé, cogí el coche y me fui (de casa pa’ siempre). Vosotros que salís de vuestra casa así, de habitual, ¿os habéis fijado en la cantidad de guapos que hay por la calle? ¿O soy solo yo? No que yo sea guapa y salga, que me encuentre a esos guapos, digo. Yo tenía la sensación de que de esos ya no quedaban, pero resulta que sí, sí. Os voy a hablar de dos que me llamaron especialmente la atención y el resto vamos a suponer que eran figurantes:

¿DÓNDE LES EMPIEZA EL CULO A LOS PADRES?

El primero, un padre. Fin. No, pero por alguna razón estoy desarrollando un algo por los padres y no me mola este rollo, petits, que eso es muy de rompehogares y no soy de esas. Pero bueno, yo os cuento: iba delante de mí en la cola del sitio de las fotocopias (todo glamour el escenario), moreno, alto, de complexión fuerte (nada que gritase dadbod, vaya), guapo, varonil. Bien. Le doy un 8. Habría dicho que era muy tipo padre de mis hijos si no fuera porque ya estaba ocupado siendo el padre de dos niñas guapísimas, rubias con los ojos como faros. Y «Papá, papá, cógeme». Y claro, él, que era claramente un padrazo, se agacha a coger a las niñas yyy… En el proceso se le sube la camiseta y se le ve la raja del culo. Pasó a un 3. Y yo me pregunto: ¿es que a los padres les empieza el culo más arriba que a los demás hombres? Estoy muy a favor de no enseñar los calzoncillos por encima del pantalón, pero POR DIOS, ponte los vaqueros más arriba. Qué mal rato.

EL ABOBAO’ 2.0

No, no es que me cruzase al abobao’-mi abobao’ (también conocido como Kevin Bacon), pero cuando volvía hacia mi coche me crucé con su doble. Mismo corte de pelo, mismos pantalones de chándal con chaleco azul marino que él utilizaba para sacar a su perrito de bloguera (que yo odiaba los chándals hasta que vi esa combinación y ahora los odio pero menos), y mismos andares de me acabo de bajar de un BMW Z4 (que lo acabo de buscar porque yo de coches ni idea pero que se había bajado de ese). Y ¡ay, los recuerdos! Y las risas cuando me dijo que fuese la madre de sus hijos. Qué grandes momentos nos ha dado Kevin Bacon, de verdad.

Total, que todo esto por ir a hacer fotocopias. Tengo que salir más.