¿Es el lumbago lo peor que te puede pasar en esta vida? Pues probablemente no, pero, petites, es una mierda muy grande. ¡POR DIOS! ¡Qué mierda tan grande es!
Hola, petites, ¿cómo estáis? Yo jodida, pero contenta (más jodida que contenta, pero bueno, que no quiero ser yo una de esas personas que solo te cuentan las desgracias). Me he pasado el finde tumbada en la cama (contra mi voluntad) como si estuviese pasando una tuberculosis porque mi cuerpo ha decidido que me tenía que dar #ElLumbagazo en fin de semana. Pero todo bien. No me puedo mover, pero es guay, me mantengo positiva. No me quiero tirar por la ventana.
En realidad me quejo de gusto (bueno, de gusto tampoco, que dolerme, me duele), porque como estoy un poco lisiada, mi novio (a.k.a. #ElNovioDeLaElegance) me tiene entre algodones. Literalmente. El sábado, cuando volvimos a casa me preparó la cama con 25 cojines y 3 mantas, una pila de libros, el portátil, el ukelele y hasta unos lápices de colores para que pasara la tarde sin moverme, porque él iba a salir y no quería que necesitase levantarme para nada mientras estuviese sola. (Luego yo me levanté porque quería comer queso, pero claro, es que nadie podía haber previsto que iba a querer queso. Bueno, igual sí, porque yo siempre quiero queso). Y eso es bonito.
Luego, el domingo, me llevó a urgencias, y eso es bonito también. Que teníais que haber visto el cuadro. Yo tirada en la cama de cualquier manera porque no podía ni moverme, y Borja diciendo que nos íbamos al hospital. En plan ya. Así, en pijama. Y yo: «¿Pero me puedo poner un sujetador?» (DIOS MÍO, ¿LLEVO BRAGAS BONITAS?) El drama.
Pasamos la mañana rodeados de viejos que se querían morir (dicho por ellos mismos), me pincharon unos relajantes y nos volvimos a casa con las mismas, a tirarme en la cama otra vez hasta vete tú a saber cuándo.
Y esto es un poco lo que os venía a contar, que a mis tiernos 26 años me ha dado lumbago por primera vez en la vida. Claramente a partir de aquí todo va a ser cuesta abajo.