Bueno, pues ya llevo un mes haciendo CrossFit y más allá de que mi madre me haya dicho que se me ve más durita (se refería a las piernas y eso) yo no he notado demasiado. Por no decir na’. (Ahora mismo Alba y Belén preparando el castigo por decir esto, como si lo viera). Yo creo que es que hacía mucho tiempo que mi madre no me veía y cuando fuimos de compras por Madrid se quedó alucinada por lo bien que me quedaba (flores, flores) el vestido que llevo esperando comprarme un mes (no, en serio, es que tenéis que ver cómo me queda ese vestido). Total, que yo no quiero perder la ilusión ahora que estoy tan mentalizada con hacer ejercicio, así que para motivarme me he sacado las típicas fotos del Antes en bikini para poder compararlas con cómo haya ido la cosa cuando vuelva de París, que ya hará dos meses que estoy haciendo esto. ADEMÁS he metido a mi tía en todo el meollo y, claro, ahora que ella se ha puesto a hacerlo también (fotos incluidas) cuando vuelva vamos a tener que comparar resultados y qué vergüenza como la única que tenga cuerpazo sea ella.
De todas formas, el tema de la ropa y de mi tita, no es en lo único en lo que me está afectando el CrossFit:
—¿Oyes eso?
—Suena como si los vecinos estuvieran echando un polvo ¿no?
—Es en el piso de arriba.
—Ah, entonces es Jessi haciendo CrossFit.
Hala, tócate los cojones. Sube el otro día Emma a casa y me cuenta que había tenido la conversación anterior con su vecino (que vive debajo de mí). Mi respuesta: