

17:00, un chico muy mono te ha invitado a salir esta noche. No le conoces mucho pero es que es muy mono, te han hablado bien de él y te ha dicho que si vais a tomar algo. Algo informal, «Hay un sitio de tapas cerca de mi casa, ¿te apetece?» te dijo ayer, y le dijiste que sí. Hasta aquí todo normal.
«Las 17:49, he quedado a las 22:30, yo creo que ya es hora de que me vaya arreglando». Lo twitteas porque te ha hecho gracia por lo exagerado que es pero ya vas pensando el modelito que te vas a poner. Miras en Lookbook a ver si te inspiras. Resulta que no. Y empieza el circo:
—Mamá, ¿qué me pongo?
—Papá, ¿qué me pongo?
—Chicas, ¿qué me pongo? (En todos los grupos de Whatsapp que pillas, importantísimo)
Cuando crees que es una hora decente para ir arreglándote (las 20:15, porque has quedado a las 22:30 y no es ni muy pronto, no vaya a ser que el pelo se te estropee; ni muy tarde, no vaya a ser que no te dé tiempo a maquillarte dos veces) te metes en la ducha a ver si se te ocurre algo que llevar.
¿Estreno la camisa de gasa negra?