
Respuestas posibles:
a) ¿Ahora? ¿En plan ya mismo? ¿Pero me termino el vino o…?
b) Define la madre de mis hijos.
c) La cuenta, por favor.
d) Gracias, pero voy a tener que pasar.
e) ¡Taxi!
f) Ya, si sé quién dices, pero no ha venido.
g) Bueno, yo me bajo aquí…
h) No, no. No, no, no, no, no. (gif)
i) Reacción (otro gif)
Al volver a casa se me ocurrieron mil respuestas ingeniosas a esa frase lapidaria, pero en aquel momento simplemente abrí mucho los ojos e hice algún comentario restándole importancia al asunto. Quise achacarlo al vino pero es que el discursito siguió:
—(…) Es que eres tan joven… Si es que te saco 12 años. Cuando tenga 42 tú seguirás teniendo 30, y cuando yo tenga 52, todavía tendrás 40. (Las matemáticas bien ahí). Y conocerás a gente de tu edad, a otros chicos… Y es que cuando tengas 30 te valdrá cualquiera, te dará igual si es mayor, de tu edad, más joven…
Lo que yo entiendo de ahí es que según él, a partir de los 30 las tías dejan de tener criterio y les dan igual ocho que ochenta, y que alguna vuelta a la idea sí que le había dado ¿no?
Cuando les conté a mis padres (porque yo con mis padres tengo una relación muy sana y por qué no se lo voy a contar) lo sorprendida que estaba porque el abobao’ (que le llamamos aquí en petit comité) me hubiese invitado a cenar, no quise creerme la teoría de mi padre:
—Pasados los 30 los tíos buscan una relación estable, alguien para no pasar el resto de sus vidas solos.
—Ya, papá, si yo lo entiendo, pero ¿con tu hija de 21 años que además vive en París? No tiene sentido.
Bueno pues al parecer sí. Apf…