Un viaje más en el que no me acuerdo de que tengo que grabar o sacar fotografías, pero que las dos cosas no se puede. De verdad, petits, a ver si para el próximo me lo recordáis porque se me va a volver a olvidar y estamos en las mismas: teniendo que volver a Zurich porque de fotografías voy servida (bueno, un poco a medias) pero de vídeos no y me apetecía contaros cositas desde allí. Además, que no sabéis el coñazo de saca la cámara, guarda la cámara, saca la otra, «Ay, no, esto mejor en vídeo», «Espérate, que no le he dado», «¿Me has sacado con el tucán?», «¿Pero sale bien el tucán o no?» y «Nada, lo grabo también que luego se piensan que era de plástico». Por no mencionar el dolor de espalda de los 3 kilos de material vídeo-fotográfico Zurich arriba y Zurich abajo. Que una cosa os voy a decir, tendrán todos los tranvías que quieran, pero Zurich está, como Madrid, construido sobre colinas, y no hay chocolate en el mundo que remedie el palizote, así os lo digo.