Un año más, y siguiendo con la tradición (porque ya es el cuarto año y eso lo convierte en tradición), hago el balance del año el día 30 de diciembre, y no el 31, con mis mejores amigos y mucho alcohol. Bueno, el alcohol suficiente para celebrar y olvidar. Porque «se bebe y brinda por todas las cosas malas hasta olvidarlas, y después por todas las buenas hasta que estén suficientemente celebradas».
Iba a hablaros de cómo comenzó todo esto pero it’s too personal, preferiría que nadie saliese de aquí llorando y además al parecer todavía no estoy preparada para hablaros de 2011.