No sé qué clase de turistas (o viajeros, espero que conozcamos la diferencia) sois vosotros pero yo cuando llego a un país desconocido, no paro de fijarme en los detalles más extraños. Curiosidades. Que yo entiendo que los monumentos y esas cosas también están bien pero lo que me deja flipadísima son tonterías, o eso creo yo. Por ejemplo, en Budapest me dejó alucinada prácticamente todo lo referente al transporte, de verdad. Una cosa loca:
TRANSPORTE
Para empezar, me llamó muchísimo la atención no tener que picar billete al entrar en el bus, ¡ni si quiera te lo miran! SE FÍAN de que lo tengas. De hecho en el tren tampoco hay que hacerlo, pero principalmente porque no hay máquinas, hay controladores en las entradas de cada boca de las 5 líneas de metro a los que tienes que enseñarles tu ticket. Controladores, chicos. Personas, no máquinas. (Aquí yo alucinando ya fortísimo).