¿Cuántas fotos puedo tener de París? ¿Mil? ¿Dos mil? No me parecerían muchas si fuese así, o si hubiese sido así en algún momento, teniendo en cuenta la estrictísima criba que llevo a cabo cada vez que vacío la cámara en el portátil. De todas formas, cuando llegué allí en septiembre, con la réflex y la cámara de vídeo a cuestas, me pareció que ya lo había visto y fotografiado todo. Estaba como loca por grabar mil cosas, por inmortalizar mi primer viaje a solas de una manera diferente. Dos horas y media de vídeos después creo que me equivoqué.