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Tíos moñas

Si hay que posicionarse, yo tengo claro, que antes que del #TeamMoñas, soy del #TeamFollarines, a muerte. Porque me va la marcha, vaya; pero hay cosas que a veces la hacen a una dudar. Bueno, cosas en plural no. Una sola. Lo que a mí me gusta llamar la parajoda del moñas (y no, no me he equivocado: porque sí, es una paradoja pero es que un poco por joder yo creo que también es). Y bien, ¿en qué consiste?

La paradoja del moñas de manual dice que la intensidad del moñas solo afecta positivamente a las probabilidades de éxito del mismo, si el chico en cuestión te parece atractivo. Que no es lo mismo que te digas cosas bonitas un tío que te gusta que un babas. Abreviando: si el moñas te atrae, braguitas al suelo. Vamos, que el rollo ese de querer bañarse contigo para lavarte el pelo solo te da repelús si el tío que te lo está diciendo es feo. Porque si un macizo te dice algo por el estilo te está faltando tiempo para llenar de agua la bañera. Es el efecto Ryan Gosling, a partir de cierto punto de buenorrismo, da igual lo moñas que sea el chico: ¡Tonta la última!

Y no, lo de ir de sensibles y tal no funciona como vosotros creéis, chicos: ser más moñas no os va a ayudar a conseguir a la chica a menos que cumpláis unos requisitos físicos mínimos. Que no hace falta ni siquiera que estéis buenos, es cuestión de química.

Os lo explico un poco más con el siguiente gráfico, en el que se representa el grado de moñismo de un tío en relación a sus probabilidades de éxito a la hora de ligar, dependiendo de si es un chico guapo o uno feo (porque así generalizando, yo diría que atraen más los guapos que los feos, básicamente):

la paradoja del moñas

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Volvemos con la programación habitual, petites: HOMBRES, sí, hablemos un rato de hombres.

Después de haberos hablado del Follarín de los Bosques, espero que no creáis que ese es el único tipo de imbécil que he conocido. No. Porque en la variedad está el gusto y porque yo atraigo a gilipollas de todo tipo, sin excepciones. No: todos a mí.

Total, que hoy quiero hablaros del que más repelús me da: El moñas de manual. Del manual de perdedores, evidentemente.

moñas manual perdedores

Al moñas de manual es muy fácil distinguirle. Si es que es un moñas: pondrá canciones blanditas en Twitter, estados de Facebook profundos y te hablará sobre su última ruptura y lo mal que lo está pasando porque quería demasiado a su novia. Que no es como si no te lo imaginases porque, al fin y al cabo, todas las canciones ñoñas de sus redes sociales dicen eso mismo, pero ea, que te lo quiere contar más en detalle. Es sensible y se regodea en su sensiblería. (A mí me tocan un poco la moral, porque no me gusta no ser la parte femenina de la relación, pero bueno). Asimismo, a estos tíos, les encanta hablar de tu vida sentimental. De las malas decisiones que has tomado, concretamente, y sobre cómo solo te fijas en tíos que no te convienen. Su parte favorita de la conversación es aquella en la que se comparan con tus ex, poniéndose a ellos mismos por las nubes: ellos te habrían tratado como a una princesa. (Palabras textuales).

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