Petits, como sabréis si habéis visto mi último vídeo, a mí lo de Halloween no me termina de convencer, porque las cosas de miedo me dan TERROR, y no me compensa por muchas chuches que coma (que lo de comer más chuches en Halloween solo te pasa si vives en una comedia americana, porque en mi casa no se compran más caramelos, ni ningún tipo de caramelo en general, cuando llega esta época, y así pasa luego que tenemos que hacer como que no estamos en casa cuando vienen los del «Truco o trato» pero ea).
Halloween
—¡Ayyyy, qué malita’stoooy! ¡M’estoy muriendo!
Bueno, petites, ha vuelto esa época maravillosa del año en la que me paso una semana y media (y espérate que no sean tres) diciendo esto como alma en pena por mi casa (por la calle y por el Whatsapp, la verdad es que soy muy mala enferma. Pero que es lógico, es que me pillo unos catarros que no son ni medio normales, yo creo que de esta noche no paso. Cuando no esté recordad que os quiero).
Total, lo de siempre, que el cambio de estación me ha pillado un poco en bragas, he cogido frío (si es que no se puede ir en bragas por la vida a estas alturas del año, ¿estamos locos?) y ahora me tengo que pasar un mes en cama (suponiendo que pase de esta noche, quiero decir). Porque además de no tener un catarro normal, mi catarro es el Hulk de los catarros, se me ha juntado con la contractura aquella que me hice la semana pasada en el CrossFit, y en dos días con la regla y con que mi chico se va a Valladolid a vete tú a saber qué («¿Chico? ¿Qué chico?» ¿Eh? No sé de qué me estáis hablando) y así una no puede vivir, la verdad. Así que nada, voy a pasarme lo que me queda de vida Octubre viendo películas. En el ordenador no, claro, porque como soy gilipollas, he partido el minijack de los auriculares (el palito ese de enchufar los cascos) en la entrada de audio de mi ordenador. DENTRO-DEL-ORDENADOR. (¿Se puede ser más gansa? Yo creo que no). Así que no se oye nada (razón número 57 por la que no ha habido vídeos de París, entre otras). Así que estoy condenada a ver la tele, a sabiendas de que en Octubre solo dan cosas de miedo y pelis chungas de Halloween. Y a mí las cosas de miedo me dan mucho miedo. Que me pasé una semana y media sin dormir después de ir a ver La Visita con Manu, ¡POR FAVOR!
Quiero que sepáis que estoy muy contenta de que haya llegado octubre. Octubre, la lluvia y el frescoño frío. Porque yo de verano no sé vestir. O sea, sí sé, pero no me mola nada, que no se pueden esconder las vergüenzas en esos pantalones tan cortos.
Total, que a parte de eso, también me gusta un poco el rollo de Halloween, principalmente porque me encanta Hocus Pocus (El retorno de las brujas) y este mes la van a echar en todos lados seis o siete veces (y la voy a ver todas ellas).
Yo lo del miedo lo llevo muy mal, pero por lo demás lo de decorar la casa y dar fiestas de disfraces, guay. Aunque lo de las fiestas en Halloween tiene su peligro, porque yo creo que hay gente que no tiene límites a la hora de elegir el modelito. Quicir, hay cosas de las que NO te puedes disfrazar porque es que NO. Por el amor de Dios, ¡piensa en los niños! ¡Piensa en tu madre!
Por eso, he decidido que estas dos semanas que quedan hasta la Noche de Todos los Santos voy a ir haciendo una lista de todas las cosas de las que no tenéis que disfrazaros ese día (ni ese ni ningún otro del resto de vuestra vida. Bueno, quizá para hacerle un bailecito privado a vuestra pareja, sí, si es que os va ese rollito. Pero YA).
Yo entiendo que el problema viene a raíz de Chicas malas, que ha hecho un grandísimo daño a la sociedad en este tema, reafirmando y sentando las bases para que en esta fiesta haya que ir de lo que sea pero añadiéndole detrás la palabra putilla sexy. En la película: conejita sexy, gatita sexy y ratita sexy.
Aquí hay gente a la que se le está yendo de las manos:

Tía, no. No te puedes disfrazar de hamburguesa putilla, y si lo haces, que luego no te extrañe que te griten aquello de «Me gustaría ser patata pa’ acompañar ese lomo». Ni de pizza sexy, bocata golfo, ración de calamares porno o croqueta guarrilla. Hay unos límites, digan lo que digan Ted Mosby y su calabaza putilla. (Que ahora que me sacáis el tema: la cara de cachorrito abandonado permanente de Katie Holmes, QUÉ).